Todo el mundo sabe que cuando calentamos agua hasta el hervor comienzan a subir burbujas de aire. Pero, ¿sabía que ese efecto también puede ocurrir al colocar una piedra en el agua? Eso, claro, si la piedra es una zeolita.
Fue el mineralogista sueco Axel Fredrick Cronsted quien, en 1756, decidió denominar este mineral como “piedra que hierve” (del griego zein [hervir], lithos [piedra]). Esto se debe a que las zeolitas tienen muchas cavidades que pueden ser ocupadas por diversos elementos, inclusive aire. Así, cuando se la coloca en agua, el aire se libera en forma de burbujas, generando un efecto similar al de la ebullición.
Además de por aire, las numerosas cavidades de las zeolitas pueden ser ocupadas por otros tipos de iones, como agua, hierro, amoníaco, siempre con gran libertad de movimiento. Por ello, su uso es muy versátil y puede ser útil en el tratamiento de aguas y efluentes, alimentación animal, medicamentos, agricultura y mucho más.